/LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA Mateo 18.15-17

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA Mateo 18.15-17

LA DISCIPLINA EN LA IGLESIA Mateo 18.15-17

Pastor Jhonny Quinde Ávila.   Año 2013 Mensaje  02 (adaptado)   (13/01/13)

 Introducción, La disciplina es una parte fundamental del cristianismo del Nuevo Testamento. Si vamos a decir que en verdad somos bíblicos, la disciplina es un tema que debemos de tomar en serio.  La disciplina de la iglesia es un don de Dios, y puede contribuir para que las iglesias sean saludables. Hay una  gran cantidad de enseñanza bíblica  acerca del tema.

I  ENSEÑANZA BÍBLICA SOBRE LA DISCIPLINA. El punto de partida, desde luego, son las palabras de Jesús de Mateo 18.15-17, donde él nos enseña que debemos ir privadamente al hermano que ha pecado e involucrar a otros sólo si es necesario, para llevar el infractor al arrepentimiento. Y si eso falla, «tenle por gentil y publicano», es decir aléjense de él.  Las cartas de Pablo contienen numerosas instrucciones concernientes a la disciplina. Por ejemplo Gálatas 6.1 solicita que aquellos que son «espirituales» (que todavía andan en el Espíritu) restauren al que sea sorprendido en una falta.

Un ejemplo, en Corinto había un hombre que no andaba en el Espíritu porque cohabitaba con la esposa de su padre. En 1 Corintios 5.1-8 Pablo instruye a la iglesia que «el tal sea entregado a Satanás», lo que nosotros llamaríamos excomunión. Luego en 2 Corintios 2.5-11 Pablo insta a la iglesia a extender perdón y aliento a uno que había pecado y que parecía que se había arrepentido. Hay debate en cuanto a que si se trata de la misma persona de 1 Corintios 5 o no, creemos  se trata de la misma persona.

Un texto interesante que habla de disciplina es 2 Tesalonicenses 3.6-15, donde Pablo instruye a la iglesia a que amonesten a los que viven desordenadamente y que no coman si no trabajan. En una carta escrita a una iglesia que él nunca había visitado (Romanos 16.17-18), el apóstol pide que se aparten de los que causan divisiones en cuanto a la enseñanza que habían recibido.

En la misma línea, Tito 3.10-11 enseña que: «Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo». Ambos cartas escritas a Timoteo contienen instrucciones dadas al joven evangelista de «mandar» a unos a no enseñar doctrinas diferentes y «corregir» a los oponentes con gentileza (1 Timoteo 1.3-4; 2 Timoteo 2.24-26).

En 1 Timoteo 1.18-20, Pablo menciona el caso en que tuvo que «entregar a Satanás» personalmente (la misma terminología como en 1 Corintios 5.5) a dos que tenían que aprender a no blasfemar.

Pero Jesús y Pablo no son los únicos que tienen una enseñanza respecto a este tema. En la tercera carta de Juan «el anciano» dice que cuando él llegue confrontará al engreído Diótrefes en cuanto a su conducta y su actitud (3 Juan 5-11). Más textos podrían ser incluidos, pero éstos son suficientes para mostrar que la disciplina es parte fundamental del cristianismo del Nuevo Testamento, y que si vamos a ser bíblicos, entonces no podremos ser negligentes en cuanto a este tema.

MODELOS INADECUADOS

¿Por qué muchas veces no se aplica esté recurso bíblico?  Por modelos inadecuados.  Y por experiencias negativas que han pasado en las iglesias, sobre todo cuando las personas  se declaran en rebeldía y no aceptan, muchas veces le declaran la guerra  al pastor o a la directiva, la falta de humildad para no reconocer el error les lleva entonces a convertirse en jueces de los demás  y andan buscando las fallas para condenar. Esto  es un riesgo que hay que correr.

Tres experiencias personales: Un borracho que se le dio carta de despido. Un líder de joven que se caso con chica inconversa. Un artesano que no se le permitía entrar en las iglesias. Y los resultados de los mismos. Casos en la iglesia local actual.

FALTA DE COMUNIÓN SINCERA

En Mateo 18.15, Jesús dijo: «si tu hermano peca contra ti…» La disciplina surge de la comunión, y uno de sus propósitos es preservar la comunión («has ganado a tu hermano»). Sin una verdadera comunión la disciplina es imposible, o por lo menos es un acto pernicioso.

Por eso mismo es que los casos de disciplina son muy escasos en las congregaciones de más de 300 miembros, porque los miembros tienen menos oportunidad de conocerse unos a los otros.

LA FALLA EN AMAR COMO DIOS AMA

Hebreos 12.4-10 nos enseña que Dios disciplina a los que él ama, y a los de la iglesia de Laodicea, Jesús les dijo: «Yo reprendo y castigo a todos los que amo» (Apocalipsis 3.19). En otras palabras, la necesidad de disciplina en la iglesia es un producto del amor disciplinario para con nosotros y nuestra necesidad de reflejar el amor de Dios por amarnos unos a los otros.

Lo opuesto al amor, hablando bíblicamente, no es el odio sino la indiferencia. En el mismo contexto en que Jesús enseña que vayamos a nuestro hermano cuando él peca, el Señor declara con firmeza: «Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños» (Mateo 18.10). Y la palabra griega para «menospreciar» es «tomarlos como que no valieran nada». ¿Qué es lo que decimos cuando ignoramos a alguien cuya vida está dominada por el pecado? ¿Qué le amamos? O decimos: «No me preocupa mucho, lo que pasa es que es un caso muy difícil». Siempre es más fácil no hacer nada. Pero eso no es amor.

FALTA MOTIVACIÓN

En lo que concierne a la disciplina, la hemos reemplazado por el temor. El temor al fracaso. El temor de cometer un error y hacer que las cosas se pongan peores. Temor de ahuyentar a los de afuera y de perder miembros. Todo esto no se resume sino en el temor de confiar en la Palabra; así que preferimos nuestros propios métodos que los de Dios. La disciplina realmente no cabe dentro del pensamiento de nuestra sociedad, que alaba el ideal de «no meterse en los asuntos de otros», «vivir y dejar vivir», «no juzgar», «dejar que cada uno escoja lo que quiera hacer».

Pablo escribió que dos de las funciones de las Escrituras son de redargüir y corregir. 2 Timoteo. 3:16;  Posiblemente no hay otra área de la vida cristiana en que necesitemos tanta amonestación y corrección como lo es nuestra actitud hacia la disciplina.

PARTE II LAS VENTAJAS DE LA DISCIPLINA

La disciplina no es solamente un método para poner en orden a gente extraviada; a menudo es la única manera en que se logra algo bueno, y es por eso que la Biblia así lo enseña.

1. En primer lugar, la disciplina ayudará a los creyentes extraviados a volver a Cristo. ¿No es este uno de los problemas más comunes en la iglesia? Sin embargo la mayoría de los líderes de las congregaciones creen que no se puede hacer mucho para resolver este problema. Pero de acuerdo a Mateo 18.15-18; 1 Corintios 5.5 y Gálatas 6.1, este es el objetivo principal de la disciplina.

Lo que debe ocurrir, de acuerdo a Mateo 18.15, es que en un esfuerzo conjunto la persona sea inducida al arrepentimiento. Si la persona responde, Jesús dice que «has ganado a tu hermano». No hay garantía de que cada pecador que sea confrontado con la disciplina se arrepienta.

2. En segundo lugar, la disciplina contribuirá a minimizar los efectos de una conducta pecaminosa. Cuando Pablo estaba amonestando a los corintios en cuanto al hermano que practicaba el incesto, les advierte del peligro de la levadura que contamina toda la masa (1 Corintios 5.6-11).

3. En tercer lugar, la disciplina puede servir para frenar la mala conducta. Si una congregación practica la disciplina consistentemente, esto servirá de advertencia para que otros no cometan pecados. En 1 Timoteo 5.20, Pablo dice que hay que reprender delante de todos a los que persisten en pecar, «para que los demás también teman». La disciplina en público tiene fuerte efecto sobre un grupo de personas, como se ve en el caso crítico de Hechos 5.1-11.

4. En cuarto lugar, la disciplina ayudará a mostrar al mundo que la iglesia toma en serio el pecado. Hay mucha gente que busca a Dios y quieren encontrar un lugar donde puedan adorarle y servirle en una manera santa. Sin embargo dichas personas se desaniman cuando ven la hipocresía de las iglesias donde sólo hablan pero no hacen nada en cuanto al pecado. No se puede esconder la deficiencia que hay en nuestra espiritualidad y por esto es que Dios nos disciplina; y por esto mismo es necesario que nos disciplinemos unos a otros, «para que participemos de su santidad» (Hebreos 12.10).

5. En quinto lugar, la disciplina ayudará a proteger la iglesia de la gente mala. Todo líder de una iglesia sabe que de vez en cuando aparecen personas que pueden estrangular a la congregación si no se toman medidas adecuadas. Hay unos que no lo hacen intencionalmente, pero causan daño. En estas situaciones la disciplina sirve como control contra el daño.

HAY DOS PROPÓSITOS PARA LA DISCIPLINA

A. Para el bien de la iglesia

1. Para proteger a la iglesia del contagio del pecado de la persona disciplinada. (1 Cor. 5:6) Si se le permite continuar en el pecado, puede tentar a otros en la iglesia.
2. Para proteger a la iglesia de las doctrinas falsas. (1 Tim. 3:15; Judas 3,4)
3. Para proveer una advertencia a otros (1 Tim. 5:20; Hch. 5:11)
4. Para proteger el testimonio de la iglesia

B. Para el bien de la persona disciplinada.

1. El propósito es la restauración (Heb. 12:5-11; Gal. 6:1)
Ilustración: El fornicario de 1 Cor. 5, se arrepintió y fue restaurado a la comunión de la iglesia (2 Cor. 2:4-8)
2. El propósito es para salvarle de la muerte física, la cual vendría, como juicio, si continuara en su pecado (San. 5:19-20)

III     TRES CATEGORÍAS DE PERSONAS QUE HACEN DAÑO A LA IGLESIA:

1. Gente divisionista. Tito 3.10, 11 dice que «al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo».

2. Gente dominante. En muchas Iglesias no falta  algún «Diótrefes». Es el hombre de la 3ra. Epístola de Juan, versículo 9, el cual se oponía a la autoridad del apóstol, rehusaba recibir a evangelistas itinerantes, y expulsaba de la iglesia a quienes los hospedaban. ¿Por qué era esto? Porque él quería «tener el primer lugar entre ellos». O sea que él quería que todo se hiciera a su manera, y se oponía a quien lo estorbara.  Nótese que en 3 Juan 10, el apóstol dice que cuando él llegara, confrontaría a Diótrefes. A veces esto es lo que hay que hacer.

3. Falsos maestros. Romanos 16.17, 18; 1 Timoteo 1.3-7 y Tito 1.10, 11 hablan de gente que esparce falsas doctrinas. Tito dice: «a los cuales es preciso tapar la boca». La disciplina sirve para callarlos.

PERSONAS QUE SE HAN DE DISCIPLINAR. La Biblia señala por lo menos cuatro categorías de personas que la iglesia ha de disciplinar:

A. La persona que comete un mal contra un hermano. (Mat. 18:15-17)
B. La persona culpable de inmoralidad. (1 Cor. 5:1, 13)
C. La persona que es culpable de conducta escandalosa. (2 Tes. 3:6) Este principio abarca una ancha escala de problemas de conducta que pudieran dañar la iglesia.

1. El entremetido en lo ajeno que no quiere trabajar. (2 Tes. 3:10, 11)
2. Aquellos que consistentemente desobedecen la Palabra. (2 Tes. 3:14)
3. Aquellos que son ociosos (1 Tes. 5:14)
4. El fornicario, el avaro, el idólatra, el maldiciente, el borracho, y el ladrón. (1 Cor. 5:11)

D. La persona que es culpable de herejía (1 Tim. 6:3-5; Tito 3:10, 11)

CONCLUSIÓN.   La tendencia humana de aquellos que se disciplinan es de rebelarse, pero deben someterse humildemente a la disciplina y arrepentirse. Todos debemos ser advertidos y debemos respetar la autoridad de la iglesia local. «Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados» (Hebreos 12.11). La disciplina nunca es algo fácil, pero hay que confiar en Dios que cumplirá lo que dice su Palabra.

Tomado del libro La iglesia local escrito por John Halsey, y traducido por Roy Ackerle. A mi conocimiento, no hay derechos reservados para la traducción al español.

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El autor Lcdo. Jhonny H. Quinde Ávila  es  el actual pastor de la Primera Iglesia Bautista de la ciudad de Milagro – Guayas Ecuador.  www.facebook.com/primera.bautistademilagro